Discípulo de Rafael Davía, aprendió durante siete años las técnicas de la vidriería tradicional segoviana, ejemplo de fusión de estilos y técnicas castellanas y flamencas, desde que en la segunda mitad del siglo XVI artesanos vidrieros procedentes de Holanda participaran intensamente en los trabajos de la catedral de la ciudad.
Desde 1987 trabaja en su taller propio ubicado en La Salceda, como si aún viviera en el S.XVI, empleando prácticamente las mismas herramientas y técnicas, así como fabricando su propio plomo.
Los trabajos desarrollados por Raúl abarcan diversas disciplinas, desde restauraciones de vidrieras históricas a encargos particulares (lucernarios y vidrieras de grandes dimensiones) así como encargos para obras publicas y religiosas.
Raúl también destaca por su faceta como docente, impartiendo cursos en la Fundación Centro Nacional del Vidrio y desarrollando escuelas taller.