Si no fue el mejor bar de rock de Illescas, poco le faltó. Copas de lujo, rock del bueno y un ambiente que era la caña. Vividores entre la peseta y el euro, trasnochadores amantes de los gatos y enamorados de cualquier instrumento, Raúl, Pinky y Julio hicieron todo lo posible para que la juventud de mitad de los 2000 disfrutaran en el bar que ellos siempre quisieron tener.