A lo largo de la vida he tenido una gran relación con el mundo del arte. Al estudiar Psicología sentí que el desempeño de esta profesión es una manifestación más del mismo. Las obras de arte se deterioran, sufren grietas, pierden el color… he llegado a la conclusión de que cada persona es su mejor obra de arte y el psicólogo es el restaurador que contribuye a reparar esas grietas y permite que esa obra recupere su esplendor.