La Regadera

Cuando abrimos La Regadera en 2011 apenas teníamos, además de un local, un logo, cuatro flores y otras tres o cuatro plantas, dos o tres tiestos y mucha ilusión por desarrollar este proyecto que hoy en día es una realidad.

Nos gustaba experimentar con los colores, las flores, distintos materiales, diferentes técnicas… pero cuando verdaderamente empezamos fue cuando conocimos a nuestros clientes. Ese momento fue crucial para nosotros; tanto, que la persona sigue siendo lo más importante.

Cada arreglo de flores es una expresión de lo que queremos transmitir, por eso siempre hacemos partícipe al cliente en la elaboración del ramo, centro o composición floral.

Los motivos pueden ser varios: ternura, amor, para pedir perdón, por agradecimiento, por dolor o alegría, para celebraciones… y hoy en día, gracias a la gran variedad de flores tanto a nivel nacional como internacional, podemos conseguir acertar casi siempre.

Por mediación de nuestros clientes nos hemos dado cuenta de que las flores son algo muy necesario. ¡Los sentimientos están a flor de piel! No somos una tienda; somos un lugar donde se gestionan sentimientos. En nuestro estudio taller partimos de la base de que las flores dan alegría, una alegría natural, como todos los materiales que utilizamos en nuestras creaciones.

Desde hace unos meses nos hemos trasladado a Sevilla y ha cambiado nuestro ámbito de influencia, así como nuestro trabajo. Todo se ha modernizado mucho pero mantenemos nuestra esencia: una atención personalizada. Por petición popular hemos incluido nuevas líneas de negocio, como por ejemplo, impartir talleres de flores, bonsais, kokedama, huertos urbanos y jardinería ecológica, en los que pasar un tiempo maravilloso, aprendiendo y divirtiéndose; y hacemos muchísimas decoraciones para eventos de empresa, hoteles, restaurantes o bodas.

‘Menuda Regadera’ es otra de nuestras recientes novedades: talleres de jardinería, reciclaje y arte floral para peques de entre 3 y 12 años, que llenan de vida y energía positiva nuestro día a día.

A lo largo del año existen millones de ocasiones para regalar pero, si tuviéramos que destacar una, destacaríamos el día de la madre. Nos enternece ver cómo vienen a regalar y escribir una tarjeta a su madre. Es emocionante ver cómo un niño trae, orgulloso, sus ahorros para regalar unas flores a su mamá o como un señor nos pide ayuda por no saber qué escribir a su mujer y se pone nervioso al imitar, con esmero, las firmas de sus hijos.

En La Regadera no vendemos flores, somos una factoría de “te quieros”, “enhorabuenas” y, a veces, también de “lo siento”.

Éste es nuestro trabajo, ¿existe alguno mejor?