Esta antigua mansión, en Arcos de la Frontera, conserva el espíritu rústico de las casas-palacio de la Sierra de Cádiz. En 1729 la familia Nuñez de Prado erigió esta casa señorial en el corazón del pueblo.
En 1998 la barcelonesa Elena Posa se enamoró de la casa, se instaló en ella empeñada en respetar su solera, pero aportándole su propio estilo y la ha convertido en un hotel pequeño y tranquilo.
Si el entorno es espléndido, un encanto irresistible se transmite puertas adentro. La fuerza de ambos, exterior e interior, se ha intentado reflejar en la restauración de las siete habitaciones.