Sobre la inacabable llanura cuajada de tierras de labor que separa Atienza de Sigüenza, se esconde la minúscula villa de Carabias. Y allí, rodeado del silencio y las piedras que el tiempo ha hecho suyas, se encuentra Cardamomo, recreando el ambiente cálido y sosegado al que aspira el viajero. Entretejiendo las texturas y la luz de la campiña silenciosa con una atmósfera de interiores protagonizada por la música y los delicados textiles en seda y terciopelo. Espacios exteriores como la plazuela romántica, el recoleto jardín a la sombra de su frondosa higuera y el inconfundible sabor rústico de una antiguo lugar desde el que se divisa la inmensidad de la planicie de labranza que viera pasar a Don Quijote hace cuatro siglos. Cardamomo aúna piedra, tiempo, colores, tacto, espacios, retiro y aventura. Un enclave abierto igualmente a las empresas que buscan un lugar de encuentro para sus jornadas de reflexión y creatividad.