Acuérdate, ¡oh piadosísima Virgen de Turruchel!, que jamás se oyó decir que ninguno de los que han acudido a tu protección, implorado tu asistencia y reclamado tu auxilio, haya sido abandonado por Ti.
Anímanos con esta confianza, nos presentamos ante tu soberana imagen y nos acogemos a Ti.
¡Oh querida madre nuestra!, no deseches nuestras súplicas, antes bien, óyelas y escúchalas con amor. Amén.