Ya hace muchos años, a principios del pasado siglo, que el abuelo Granell abrió un horno de pan. Corría el 1930. ¡Cuántas cosas han cambiado desde aquel día! Más tarde, la tradición familiar se ensanchaba con una pastelería en la plaza del Centro, justo en el corazón del pueblo. Si hasta aquel momento los vecinos habían confiado a Granell el pan, alimento esencial de nuestras familias, ahora confiaban en las mismas manos su alegría, las pastas que no pueden faltar en ninguna celebración.