Granda nació de la mano de D. Félix Granda y Buylla, sacerdote y artista. En 1891, preocupado por la situación de decadencia del arte litúrgico desde finales del S. XIX, reunió a los mejores artesanos y artistas del momento con el objetivo de lograr que el arte sacro recuperase el esplendor que había caracterizado a la Iglesia durante siglos.
No se trataba sólo de hacer piezas adecuadas sino obras de gran belleza, a partir de los materiales más nobles que recuperaran el simbolismo sagrado que se había ido perdiendo a través de los siglos.
Los talleres de arte de Granda, situados hoy en Alcalá de Henares, se distinguen aún hoy por su vocación de servicio a la Iglesia: plateros, imagineros, escultores, cinceladores, cada uno en su especialidad, da forma a cálices, copones, sagrarios, retablos y demás elementos litúrgicos necesarios para el culto.