Eternial

Al principio todo era campo. Rafael Recio, un joven melenudo de aspecto tosco, agresivo y pulso firme, vagaba por una tierra baldía y desnutrida. Su guitarra, amante y compañera, hacía mucho que no satisfacía su alma, sus acordes muertos y taciturnos no lograban rellenar su vacío espiritual y el abandono de su último pentagrama era ya inminente.

La noción de la mañana, o lo que se vislumbra de ella, le hace discernir una divina silueta entre la mortecina niebla. Arturo Muñoz, la leyenda a la que el mismísimo Lig Rock una vez hizo mención, apareció armado con un hacha de seis cuerdas, el pelo a la altura de los hombros y una camiseta negra como única protección ante la batalla que les esperaba. Comenzaban a construir su propia selva de cemento y hormigón en aquel páramo desierto, HdS había nacido.
No podían emprender solos este viaje, el camino era largo, duro y lleno de altibajos. Del reino de Asvant apareció un nuevo guerrero, Fernando Muñoz, capaz de prestar batalla y fijar una base sólida con la habilidad de mantener más de un frente pentatónico abierto con sus teclados.

Tras comenzar su entrenamiento, seguían con la idea de ser insuficientes para este reto. Necesitaban el poder de un ser de otra dimensión, un metalero rudo de pelo en pecho capaz, de hacerse cargo de la cría y educación de un bajo. Acto seguido, Javier Rueda llamó a la puerta.

El 2 de octubre del año 2013 dieron a luz a su primera balada “Lágrimas secas”. Pronto, mensajes de apoyo provenientes de México, Argentina y otras partes de Sudamérica les hace ver que su encarnizada lucha no es en vano, que están haciendo las cosas bien y que tienen que seguir desgarrando acordes.

Meses más tarde, el 29 de Febrero del 2014, se les presenta la ocasión de mostrar su valía y dedicación, se presentaba su primer combate real. Tras casi una hora, la batalla termina con el rompedor aplauso de una taberna satisfecha por el espectáculo nocturno.
Tras salir victoriosos, el grupo seguía incompleto y tras un vistazo a la arena de instrucción, apareció para ofrecer su mágica ayuda Isa Aranda, originaria de las tierras cercanas a la orilla del río, de tez pálida, dulce sonrisa y un extenso y largo cabello, otorgando así una nueva perspectiva al camino que ya habíamos emprendido.
Ya están casi listos, el grupo es numeroso y la meta está lejos, por lo que recurren a uno de los mitológicos soldados de Akasha, curtido en mil batallas y ganador de guerras, Rubén Rueda era el idóneo para mantener el frenético compás en el que nadaban a contracorriente.
Llamaron “Acto I: Princesa callejera” a su primera aventura, tras horas de intensa lucha y ampliando a nuevos horizontes, nuevas metas, nuevos retos…

Sus caminos se separan. Tras un corto pero intenso periodo, Isa se ve obligada a entregar un “hasta luego”, un “os deseo lo mejor” y emprender un nuevo viaje, una nueva aventura al corazón celta de Irlanda, pero no sin darlo todo una última vez, no sin una última cruzada.

Pero el destino es caprichoso y nos deleita con un nuevo reflejo cobrizo, enérgico y cautivador. Directamente de Ciudad Standard, con aire amazónico, Blanca Gallego se presenta con su mejor arma en la arena, desgarradora, agresiva y completando el círculo.

Hoy siguen desgarrando con fuerza y energía para su siguiente peregrinación a las tierras nobles de su segundo trabajo bajo el nombre de Eternial.