Constituye el área más septentrional de la provincia de Zaragoza y la de mayor superficie, engloba un vasto territorio que desciende desde las sierras prepirenaicas hasta el valle del Ebro y se articula desde hace siglos en torno a las denominadas Cinco Villas: Sos, Uncastillo, Sádaba, Ejea y Tauste. Su enorme extensión, en la que se yuxtaponen diferentes ecosistemas, y las abundantes huellas en piedra de su pasado se traducen en un surtido de encantos naturales y monumentales.
Fue demarcación fronteriza durante la mayor parte de una Edad Media regida por el poder de la espada. Su accidentado terreno separó primero a musulmanes de cristianos y, tras el definitivo avance de estos últimos, dibujó los límites de belicosos reinos en expansión o de ambiciosos señores feudales. Fruto de este tumultuoso pasado, recios templos pueblan caseríos e infinidad de cerros aislados. Junto a ellos alardean de su majestuosidad las mansiones señoriales y una multitud de inexpugnables fortalezas.