Cuenta la leyenda que algunas noches, mientras pescaban, los barqueros del Puerto de la Cruz solían avistar la luz solitaria de un farol indicando que un monje cumplía penitencia en su celda del viejo monasterio.
Surgió de ahí el nombre de El Penitente, dado a esa franja de la costa y a las bodegas productoras de estos vinos: Arautava, Bodegas de Miranda, Tanganillo y Cruz del Teide.