Entre los meses de octubre a febrero la perdiz es la protagonista. Entre riscos abruptos y monte cerrado, el vuelo rápido y nervioso de la perdiz es inconfundible. Debido a que los ojeos se organizan siempre entre el monte y colinas, cazar perdices en El Palomar es todo un reto para un cazador experimentado. Se suelen dar cinco ojeos como mucho al día, ya que el trabajo profesional de los ojeadores requiere tiempo y habilidad y las zonas que se baten son extensas. Cada ojeo puede durar entre 30 y 45 minutos, soliendo entrar la perdiz chorreada, es decir, en bandos pequeños, siendo la emoción todavía más intensa ya que el cazador no deja de tirar hasta el final.
En el grupo de caza puede haber un mínimo de 8 y un máximo de 12 escopetas sin contar con los acompañantes. Cada cazador dispondrá de un cargador y un ayudante o secretario en los puestos para ayudarle en todo momento.
Entre ojeo y ojeo y mientras los secretarios recogen las perdices, un gratificante aperitivo será servido en el campo