Daniel de la Serna

Me llamo Daniel de la Serna, nací en Madrid hace 41 años y soy padre de un niño de tres. Estudié fisioterapia allá por mediados de los años 90 y desde entonces no ha cesado mi necesidad por entender mejor el funcionamiento del cuerpo humano y comprender en profundidad los problemas que presentan a diario mis pacientes. Este es mi principal compromiso tanto con mi profesión como con los pacientes que acuden a consulta depositando en mí su confianza. De este modo siento que puedo serles de más ayuda.

Esta curiosidad perenne me ha llevado a ampliar mis estudios en el ámbito del deporte, la osteopatía o la psicología a través de numerosos cursos de especialización, reciclajes, posgrados o másteres. Sin embargo, si ha habido una disciplina que me ha abierto un camino de auténtico disfrute y placer es la PsicoNeuroInmunología clínica (PNIc) a la que dedico la mayor atención posible.

Tengo la suerte, el honor y el inmenso placer de trabajar mano a mano con la gran figura de esta disciplina, el Doctor Leo Pruimboom, al que nunca podré agradecer todo lo que me ha enseñado. En este recorrido profesional pero también vital han aparecido otras personas cruciales para mí, como mi amiga y socia Elena López con quién codirijo desde el año 2007 Centro Cuidarte (empresa especializada en la formación de profesionales sanitarios en PNI clínica) y el recientemente creado Instituto Español de PsicoNeuroInmunología clínica (IEP) , centro clínico donde atendemos a nuestros pacientes bajo el paraguas de esta disciplina.

Otra de mis necesidades fundamentales está ligada a la divulgación de conocimiento y participo activamente como docente de Natura Foundation, empresa líder a nivel mundial en formación de PsicoNeuroInmunología clínica. Esto me ha dado la oportunidad de impartir clases en España pero también en importantes ciudades extranjeras como Londres, Estambul o Buenos Aires, donde he podido entrar en contacto con cientos de profesionales sanitarios que me han enriquecido profesionalmente.

Y por último quiero agradecer sinceramente a mis padres, de los que tanto he aprendido y que siempre se esforzaron por permitir que pudiera desarrollar mi sueño y como no, a mi compañera de vida María, por hacer que todo este tiempo junto a ella haya merecido toda la alegría del mundo.