Esta casa se fundó en 1958 y hasta hoy ha mantenido el mismo carácter de aquellos primeros años.
El restaurante destaca por su clásica y rústica decoración de grandes espacios e impresionantes botas de vino, un ambiente fresco y sencillo.
La carta contiene una gran variedad de platos por los que suspira el comensal amante de la cocina mallorquina, con una buena relación calidad-precio, circunstancia ésta sobre la que se fundamenta este restaurante.
En la bodega, bien abastecida, nunca faltan los buenos vinos mallorquines.